Son costillas de cerdo que han sido sometidas a un proceso de salazón para preservar la carne. Este método de conservación implica cubrir las costillas con sal u otros ingredientes salados para extraer la humedad y evitar el crecimiento de bacterias que pueden causar el deterioro de la carne. Después de la salazón, las costillas a menudo se lavan o remojan para eliminar el exceso de sal antes de ser cocinadas.